Cómo bajar el colesterol evitando las grasas trans

Si te preocupa cómo bajar el colesterol y te abruma la información contradictoria sobre alimentación, entender el papel de las grasas trans y de las grasas ocultas en los productos procesados es clave para tomar decisiones conscientes cada día.

Las grasas trans son, en realidad, grasas saturadas camufladas de grasas vegetales. La industria alimentaria las utiliza por su bajo coste y por su capacidad para alargar la vida útil de los productos, pero tienen un impacto directo y comprobado en la elevación del colesterol.

En las etiquetas suelen aparecer como “grasas vegetales”, aunque procedan de aceites de coco o palma modificados con hidrógeno para convertirlos en grasas sólidas a temperatura ambiente. Así, los productos tardan mucho más en enranciarse y resultan más rentables para el fabricante.

Además, potencian el sabor y el olor de los alimentos fritos. Por eso tantos restaurantes las usan: su aroma atrae a quien pasea cerca sin que la persona sospeche lo que realmente está consumiendo y cómo puede afectar a sus niveles de colesterol.

El desconocimiento alimentario nos hace tomar decisiones poco saludables. Ni las grasas ni el azúcar son los enemigos reales: es el uso descontrolado que la industria hace de estos nutrientes lo que perjudica gravemente tu salud cardiovascular.

La grasa es un nutriente esencial: forma parte de las membranas celulares, protege órganos vitales y actúa como reserva de energía. El problema surge cuando abusamos de ella y aportamos al cuerpo mucha más cantidad de la que necesita, especialmente si procede de productos muy procesados.

En consulta es muy común oír: “Pero si yo no tomo grasas, todo lo hago a la plancha y uso aceite de oliva”. Y suele ser cierto. Sin embargo, esa misma persona puede estar duplicando o triplicando la cantidad recomendada sin darse cuenta, por culpa de las grasas ocultas en productos procesados que aparentemente no deberían contenerlas.

La industria alimentaria aprovecha los vacíos legales del etiquetado y añade más grasas —y de peor calidad— de las necesarias. Por eso es fundamental que aprendas a interpretar una etiqueta nutricional y no te dejes llevar por mensajes engañosos o reclamos publicitarios confusos.

Si quieres conocer cuáles son los niveles adecuados de colesterol en sangre, puedes consultar esta guía clara y práctica: Niveles recomendados de colesterol.

A continuación tienes algunos términos que verás en el supermercado y que conviene aprender a diferenciar:

• Contenido reducido en grasa: al menos un 30 % menos que un producto similar.
• Bajo contenido en grasa: en sólidos, máximo 3 g de grasa por cada 100 g; en líquidos, máximo 1,5 g por cada 100 ml.
• Sin grasa: menos de 0,5 g por cada 100 g o ml.

Comprender estas diferencias te ayuda a elegir mejor y a reducir la carga de grasas que elevan el colesterol sin que seas consciente.

Si quieres profundizar más en cómo se relaciona el colesterol con el riesgo vascular, puedes leer este artículo donde se explica en detalle y con ejemplos prácticos: Colesterol y riesgo vascular: lo que debes saber.

Entender estos conceptos es el primer paso real para decidir cómo bajar el colesterol sin caer en trucos de marketing alimentario y sin dietas milagro que no funcionan. Tu mejor estrategia será siempre combinar información fiable, lectura crítica de etiquetas y elecciones coherentes en tu día a día.