La suplementación mediante complejos vitamínicos es un tema que levanta muchas ampollas, por un lado tenemos a los grandes detractores de la suplementación, por otro, a quienes ven los suplementos como un básico de la dieta equilibrada:
Complejos vitamínicos, caros y con sorpresa
En 2018 se publicó un polémico artículo en la revista de la Asociación Médica Norteamericana titulado: “Dados sus peligros potenciales, es el momento de centrarnos en la seguridad de los suplementos” el artículo basaba sus argumentos en los efectos observados en los dos colectivos a los que más se les recomienda este tipo de suplementos: los menores de edad y los ancianos.
Estos son los efectos resumidos:
- El primero es enfrentar un gasto exagerado, más aún si tenemos en cuenta los siguientes puntos.
- La mayor parte del beneficio que prometen nunca llega.
- Muchas veces ni siquiera su composición es la misma que incluyen en el producto.
- Su ingesta incrementa el riesgo con la medicación que pueda estar tomando la persona, esto cobra una especial importancia si hablamos de personas mayores.
En relación con el último punto, el artículo también menciona que cerca de 23.000 casos de “Urgencias” cada año están relacionados con el consumo de suplementos nutricionales.
Antiguamente podían ser de utilidad, hoy ya, no lo son
El principal mensaje de la industria de los suplementos es cubrir las carencias nutricionales que la población pueda tener, estos argumentos nacieron a mediados del siglo XX cuando realmente si existían esas carencias, pues hablamos de épocas complicadas donde no todo el mundo tenía acceso a los alimentos variados de los que disponemos hoy.
Ante semejante panorama se comenzó a separar nutrientes que desempeñan un papel fundamental en el funcionamiento de nuestro organismo para poder tomarlos de forma individual, actualmente ese argumento ya no sirve, pues la mayoría de las personas tienen acceso a alimentos de todo tipo y, por desgracia, quien no puede permitirse los grupos de alimentos con precio elevado tampoco puede invertir en estos suplementos que, en la mayoría de los casos, resultan mucho más caros.
Por otro lado en nuestra sociedad no existen ya las enfermedades carenciales (Las que provienen de la carencia de un grupo de nutrientes) y en caso de haberlas se debe a una mala dieta, una alimentación en la que de forma consciente dejamos de lado un grupo de alimentos, apareciendo la carencia.
Es fácil deducir que la solución más lógica, inmediata y económica es hacer una mejor elección de los alimentos que ingerimos e incluir las proporciones adecuadas de aquellos que incluyen este o aquel nutriente.
Por otro lado tenemos que, a la ausencia de enfermedades carenciales como el escorbuto el raquitismo o el bocio, le han precedido las conocidas como enfermedades metabólicas (cáncer, obesidad, diabetes…) las cuales poco a poco se va demostrando que, al menos en parte, provienen de una incorrecta elección de los alimentos, quedando también de manifiesto que los suplementos nutricionales son de poca ayuda a la hora de prevenirlas o paliarlas.